"Odio el sexo y he decidido que no me someteré a la tortura de nuevo". Las resueltas palabras son propiedad de Lisa Smith, una británica de 29 años que a fines de enero publicó un artículo en el "Daily Mail" para dar a conocer al mundo, y de paso a sus más cercanos, que las relaciones íntimas con un hombre no van con ella y que ha resuelto vivir sin ellas por el resto de su vida.
Su confesión ha causado revuelo en la sociedad británica y aunque le ha servido para conocer la realidad de otras personas que se sienten igual que ella, también se ha visto obligada a recibir comentarios del tipo "no puedes conseguir un hombre y así es cómo lo escondes".
En una entrevista con el programa ITV This Morning, la mujer afirmó sentirse frustrada al oír que le dicen "no ha conocido al hombre correcto", "no lo está haciendo bien" o "quizás le gustan las mujeres pero no se ha dado cuenta".
Sin embargo, Lisa tiene claras sus preferencias sexuales y asegura que no siente atracción física por personas de su mismo género, sino que por el contrario gusta de los hombres y de su compañía. De hecho, en su vida amorosa ha tenido tres parejas, con dos de las cuales incluso se ha ido a vivir. Pero las relaciones se han vuelto insostenibles cuando su repulsión por el sexo ha sido más que el amor por ellos.
"Siempre he detestado el sexo: la idea de él, el hecho de él, la noción repelente de que la sociedad parecer girar en torno a él", afirmó en el texto que apareció en el periódico británico. Y agregó: "He tratado de calmar la indignación que siento ante la perspectiva del sexo, pero he fracasado en repetidas ocasiones".
Lo que le ocurre a Lisa Smith no es extraño y se denomina asexualidad: personas que aseguran no sentir atracción sexual a nada. Una condición que vive cerca del uno por ciento de la población mundial y a quienes la británica alienta a admitirlo, tal como ella lo hizo al publicar su columna en un medio de comunicación.
Abrazos, besos, pero sexo ¡no!
Lisa relató que desde que era una niña se sintió diferente a sus amigas; que para ella las clases de educación sexual eran extrañas y vergonzosas, y que no veía cómo podría encajar en ellas.
Un poco presionada por la realidad que vivían las otras jovencitas de su edad, a los 16 años perdió su virginidad con su primer novio, tres años mayor que ella. "Tres meses después de que comenzamos a salir, dormí con él por primera vez en la cama que tenía en la casa de sus padres, una tarde cuando ambos estaban en el trabajo", contó.
De ahí en adelante, la pareja continuó teniendo relaciones, las cuales confirmaron a Lisa su aversión hacia el sexo. "Aprendí a fingir el placer, pero después, mientras él dormía, miraba el techo y silenciosamente lloraba", sostuvo.
Convencida de que había algo físico que le impedía disfrutar del sexo, Lisa acudió a un médico que la examinó y le realizó varios exámenes, todos los cuales confirmaron que sus niveles hormonales eran normales y que nada malo ocurría con ella.
Su siguiente relación fue a los 20 años, con un hombre tres años mayor con quien se fue a vivir, a pesar de que el sexo continuaba pareciéndole aborrecible y siempre hallaba alguna excusa para evitarlo.
"Lo encontraba tan repelente que incluso dejé de simular que lo disfrutaba. Pobre, habría hecho cualquier cosa para complacerme, pero nunca pude decirle que la única manera de hacerme feliz era que hiciéramos un voto de abstinencia de por vida", señaló.
Pese a que sus relaciones íntimas se limitaban a una cada tres o cuatro meses, estuvieron juntos durante siete años, hasta que él la dejó por otra mujer.
Como estaba segura de que lo que sentía no era normal, visitó a un terapeuta sexual y asistió a sesiones durante seis semanas. Pero hablar de sexo le producía incomodidad, así que decidió terminar con ellas.
En julio de 2011 conoció a su tercera pareja, un hombre que -aseguró- se acercaba mucho a su ideal de hombre perfecto, lo cual la hizo pensar que si tenía sexo con él, quizás su repulsión desaparecería. Pero no fue así. Estuvieron ocho meses juntos, viviendo bajo el mismo techo, pero durante todo ese tiempo ella nunca fue capaz de confesarle que aunque lo encontraba maravilloso, consideraba la intimidad repulsiva.
Ahora Lisa está soltera, pero con un deseo que ella reconoce que le será difícil de cumplir: encontrar a un hombre que esté dispuesto a llevar una relación célibe. "Pero no hay muchos como nosotros y sé que mis chances de encontrar un compañero asexual -un hombre que ame pero que nunca quiera tener una relación física- son remotas", admitió. Y añadió: "Me gustan los abrazos, no me importa besar y anhelo el afecto. Pero nada más que eso", aunque quien se lo pida sea el hombre de sus sueños.
Además de no querer tener sexo, la británica tampoco desea tener hijos, por lo menos de forma natural. "La idea de esperar un bebé me causa repulsión tanto como el propio acto de procrearlo. Se siente antinatural (…) Si alguna vez quiero niños los adoptaré", sostuvo.
"Mi decisión está tomada: no tendré sexo otra vez. Esto puede relegarme a una vida solitaria, pero es mejor que engañar a un hombre", señaló. Por esto al ser consultada sobre cómo pensaba que sería su futuro, respondió: "Soy una vegana asexual que no quiere niños. Me veo como la señora loca del gato".
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