Dos ciudadanos alemanes del residencial La Mulata III, de Sosúa, que se querellaron contra dos coroneles y un teniente de la Policía Nacional, narraron ante la procuradora fiscal de Puerto Plata, la forma violenta y brutal como los agentes entraron a sus casas, dándole tres balazos en las piernas a su jardinero Rigaud Petit-Frere, de nacionalidad haitiana, sin ninguna justificación, y golpeando con los puños, palos, culatas de fusiles y patadas a Peter Brunk y Gunter Peter Lauer, hasta romperle tres costillas a uno de ellos y causarles a ambos heridas graves en la cabeza y otras partes del cuerpo.
Las querellas formales contra los coroneles Roberto Santos Salcedo y Raymundo de la Rosa Ogando, quienes dirigieron el allanamiento, y el teniente Odenis Feliz Reyes, fueron interpuestas por los abogados José Carlos González, Carlos Ciriaco y Florentino Polanco, representantes de las víctimas.
Peter Brunk narró que el coronel De la Rosa Ogando, fuertemente armado con un contingente policial, sólo porque le preguntó que si tenía orden judicial para allanar su residencia, le respondió con una agresión a culatazos, puñetazos y patadas. “Me golpeó numerosas veces con un trozo de madera y me puso las esposas con las manos delante para seguir golpeándome, sin piedad y sin causa justificada”.
Agregó que le pisó la cabeza con las botas, destruyó sus lentes recetados y siguió dándole golpes por todas partes, aún amarrado y en el suelo; le desconectó una bomba de insulina que tenía adherida a su cuerpo, cortándola con un objeto cortante para dañarla, y fue conducido por otros policías a un centro médico de Cabarete, tirado en la parte trasera de una camioneta como si fuera un perro.
Al ser examinado, los médicos vieron que tenía tres costillas rotas, y el diagnóstico fue “laparotomía exploratoria y debridamiento y rafia por perforación del colon, sigmoides secundaria, trauma cerrado de abdomen, incapacidad médico legal, curables en seis meses”.
Permaneció en la clínica por más de un día y sin ser dado de alta fue sacado de allí para ser interrogado y someterlo a la justicia sin saber por cuáles cargos. Pero en el cuartel no le preguntaron nada y después de varias horas lo dejaron libre.
En ambas piernas
Al jardinero Petit-Frere le ordenaron colocarse las manos sobre la cabeza y le dieron tres balazos en las piernas, uno en la derecha y dos en la izquierda, dejándolo inmovilizado. Lo llevaron luego en una camioneta a un centro médico, casi desangrado, donde permaneció dos días esposado a la cama, en calidad de detenido.
Al jardinero Petit-Frere le ordenaron colocarse las manos sobre la cabeza y le dieron tres balazos en las piernas, uno en la derecha y dos en la izquierda, dejándolo inmovilizado. Lo llevaron luego en una camioneta a un centro médico, casi desangrado, donde permaneció dos días esposado a la cama, en calidad de detenido.
Mientras que a Gunter Lauer, el coronel De la Rosa Ogando ordenó que fuera esposado, golpeándolo y tirándolo al suelo con la misma violencia y brutalidad con que lo hizo con Brunk. Atado con las manos en la espalda, el oficial descargó toda su furia sobre él.
Tras un largo tiempo tirado en el suelo y golpeado brutalmente, por intevención de la esposa, que le decía que podía morirse, lo llevaron a un centro médico. De la casa de Gunter Lauer, los agentes policiales se llevaron dos tarjetas de crédito y con ellas realizaron varias compras en diferentes centros comerciales por un monto de RD$43,313, cuyas facturas han sido incluidas en las querellas.
Las víctimas, que se constituyeron en parte civil, hicieron su formal acusación sometiendo pruebas de videos, certificados médicos y testimonios
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