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lunes, 29 de julio de 2013

Los fantasmas de los templos coloniales ...Por Joseph Caceres


Los soneros encontraron un lugar ideal para montar una fiesta de ritmos caribenõs que se ha convertido en un verdadero fenómeno que arrastra a gente y a turistas de todas partes.
Lo que no ha podido lograr la industria del espectáculo y las grandes salas de baile, lo ha hecho el grupo de entusiastas músicos y aficionados, en un junte proverbial, aprovechando el escenario que brindan las ruinas de San Francisco.
Artistas de todos los géneros concurren al lugar a ofrecer su descarga, a un público entusiasta, que mantiene decencia y compostura, para cuidar su fiesta dominguera.
Pero nunca falta "un pelo en el sancocho".
Hay gente a la que al parecer le molesta el Domingo de Bonyé, y sacan a relucir argumentaciones baladiés, como esa de que el ruído le hace daño a las ruinas.

Nos recuerdan la campaña que se hizo en contra de la construcción de la discoteca en la cueva de La Guácara Taina.
Como no tenían argumentos, dijeron que el ruído molestaría a los murciélagos que viven en la cueva y que le dañarían  su habitat.
Sin embargo los murciélagos todavía están ahí y se cree que hasta bailan y beben.

Lo mismo sucedió cuando se montó la feria de la Ciudad Mecánica frente a Metaldóm en el malecón.
Uno de los periodista alcahuetes que inició una campaña en contra de la instalación dijo que las máquinas de los juegos iban a espantar a los "cangrejitos del litoral que viven en los arrecifes".
¡Y cualquiera que los ve y los oye los compra!.
Una fementida preocupación por la naturaleza y el ecosistema, y son los primeros que le meten "hacha y machete" a las matas del frente o el patio de su casa, sin pedir permiso a Foresta ni a Medio Ambiente.
Por lo que deberían preocuparse, (como los problemas de la gente), no lo hacen.
La conspiración en contra de los Domingos de Bonyé encuentra su apéndice en sectores de la iglesia que desean tener la Zona Colonial de la capital como un cementerio.

No quieren bares, discotecas, ni diversión, contrariando de ese modo una tendencia que se ha hecho universal en todas partes.
En los  alrededores de los monumentos históricos, lo que se está haciendo  en los países europeos,  y en muchas otros, es construyendo establecimientos de ambiente y esparcimiento, para darle vida al entorno, porque muchos de ellos son lugares muertos.
Y el propósito se ha logrado, porque la iniciativa ha partido de la municipalidad, no de la iglesia.

Si por la iglesia fuera, no hubieran fiestas patronales, carnavales, ni navideñas.
Prefieren la Zona Colonial despejada de ambiente, no para proteger a los murciélagos ni a los cangrejos, sino a los muertos, a los que tienen como tumba a las iglesias.
Los fantasmas que habitan en los templos coloniales, al conjuro de ciertos curas.
Y los pobres fantasmas talvez deseosos de que siga el mambo y la fiesta

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