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viernes, 8 de febrero de 2013

LA FALSA HUMILDAD....

Habemos personas que por fuera aparentamos y fingimos ser humildes, inclinamos la cabeza, buscamos el último lugar, hablamos de nuestros defectos... pero por dentro nos creemos mucho: no cedemos nunca, queremos hacer siempre nuestra voluntad, no aceptamos la crítica de un amigo, ni una corrección de un superior. Aparentamos ser sencillos, pero en nuestro interior siempre andamos sintiéndonos más que los demás. Esta humildad es una humildad fingida. - Habemos otras personas que nos sentimos de verdad tan poca cosa, que nos da pena si alguien reconoce las cualidades que tenemos, que nos enfocamos exclusivamente en nuestros defectos.
Incluso a veces nos creemos tan humildes que nos sentimos desilusionados, abatidos, desalentados.
Esto es humildad mal entendida.
- Fíjate bien, ser humilde no es rechazar las cualidades que tienes, ¡Claro que las tienes! Pero las tienes gracias a Dios y no por mérito propio. En tus manos está el incrementarlas y usarlas para bien.
- Es importante reflexionar que ser humilde tampoco significa conformarse con lo que uno es y decir: " como tengo defectos y los reconozco, así me quedaré".

LA VERDADERA HUMILDAD
- La VERDADERA HUMILDAD es reconocer con realismo todo lo bueno y todo lo malo que tengo, y después tomarlo en mis manos y saber que yo solo no puedo hacer nada con ello, pero CON LA AYUDA DE DIOS, puedo aumentar mis cualidades y corregir mis defectos para poder realizar la VOLUNTAD DE DIOS EN MI VIDA.
MEDIOS PARA LOGRAR LA HUMILDAD
- CONTEMPLAR A CRISTO humilde. Él, siendo nada más y nada menos que "el Hijo de Dios", siempre fue humilde y sencillo, desde su nacimiento hasta su muerte en la cruz, nunca hizo alarde de todas sus cualidades y poder. Leyendo el Evangelio verás que Jesús siempre fue sencillo y humilde. Él mismo nos dijo: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón".
- Pedir su ayuda a Dios en la ORACIÓN. Pedirle que me ayude a ser humilde. Recordaré que, solo nada puedo, con Él todo lo puedo.
- Empezar a SERVIR a los demás sin esperar ninguna recompensa o ser alabado por ello.
- Siempre que haga algo bueno, tratar de PASAR DESAPERCIBIDO.
- Aprender a RECIBIR AYUDA de los demás, aunque me cueste trabajo y procurar dar las gracias siempre.
- Decir NO A LA PRESUNCIÓN (tanto de cosas materiales como de mis cualidades, mis hazañas), en una palabra, tratar de no hablar tanto de mí mismo y escuchar más de los otros.
- Hacer un esfuerzo por observar, descubrir y APRECIAR LAS CUALIDADES DE LOS QUE ME RODEAN (padres, hermanos, familiares, compañeros de trabajo, amigos y enemigos).
- Enseñarme a PEDIR PERDÓN cuando haya ofendido a otra persona y a reconocer mis faltas frente a los demás cuando me equivoque. Esto no me hace menos, al contrario, me hace más valioso.
- Recordar la frase de San Agustín:
"S; quieres ser grande, comienza por ser pequeño"
- Si quiero levantar una fábrica de santidad, colocaré primero el cimiento fuerte de la humildad.
- La humildad es madre de muchas de las virtudes y la soberbia de muchos los pecados.


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